El
22 de mayo se celebra el Día Internacional de la Biodiversidad. La pérdida de biodiversidad es la principal causa y consecuencia de la
crisis ecológica global en la que nos encontramos, y la pandemia provocada por el
coronavirus, entre otras cosas, muestra entre otros los riesgos que dicha pérdida supone (también) para nosotros.
Según los científicos estamos en la época
de la 6ª extinción de las especies. Como sabemos, somos la primera especie que provocará conscientemente la pérdida de biodiversidad de esta dimensión. Hay evidencias de ello en los distintos rincones del planeta, y
también en el nuestro las tenemos a la vista.
El
medio natural de Euskal Herria, en ausencia de seres humanos, estaría compuesto prácticamente por bosques. Deberíamos ver robledales mixtos y encinares en nuestros valles, y hayedos
un poco más arriba, hacia la montaña. Estos bosques constituyen el soporte de su
riqueza biológica y su estado de conservación
condicionará nuestra propia biodiversidad. Es decir, a medida que perdemos el
bosque natural, hemos perdido y perderemos nuestra vida: la biodiversidad de
Euskal Herria.
A sabiendas de ello, resulta incomprensible la política forestal que se viene llevando a cabo en los últimos años, sobre todo en Bizkaia y Gipuzkoa. En plena crisis del pinar que ha transformado totalmente nuestro paisaje, el sector de la madera, lejos de aprovechar la situación para la reflexión y el cambio, sigue buscando soluciones para mantener una gestión forestal intensiva basada en el monocultivo que ha provocado la crisis, como siempre, con el apoyo de las Diputaciones. El pino está siendo sustituido por el eucalipto en ambos territorios, así por ejemplo en Bizkaia, con casi el 60 % de superficie arbolada, las plantaciones de eucaliptos han superado el 17 %, mientras que los bosques autóctonos no llegan al 25 %.
El
eucalipto, además de ser una planta exótica invasora, genera graves efectos
ambientales: secado del suelo, transformación
de su estructura física y química, facilitación de incendios… Así afecta directamente a la biodiversidad local, dañándola y destruyéndola. Los daños
ambientales de las plantaciones de eucalipto son muy superiores a los de los
pinares. No hay más que ver lo que ha pasado en Portugal o Galicia para pensar en los
riesgos que estamos tomando en nuestro país.
La aprobación, promoción y/o subvención de esta política
forestal que está provocando la expansión del eucalipto es inadmisible.
Sumándose a la corriente internacional, el lehendakari declaró el pasado verano el estado de emergencia climática. Se ha puesto el foco en la reducción
de emisiones de gases de efecto invernadero. Para ello, ya es hora de que se
promuevan los bosques autóctonos, siendo la biodiversidad la vacuna más eficiente que tenemos ante la crisis sanitaria que estamos viviendo.
Las plantaciones de eucaliptos, que se explotan intensivamente, no son bosques,
no son autóctonas y dañan nuestra biodiversidad.
- Que las Diputaciones paralicen dichas plantaciones (denegando todas las subvenciones: pistas, maquinaria, mantenimiento), soliciten indemnizaciones por daños medioambientales, modifiquen las normativas y planifiquen y ejecuten nuevas políticas forestales.
- Que los propietarios (públicos y privados) prioricen usos más respetuosos con el suelo.
- Que la sociedad contribuya a difundir el mensaje de que aquí no queremos eucaliptos.
¡Los eucaliptos, a Australia!
18 de mayo de 2020
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