¿Ayudas para mejorar los bosques?
¡Todo un engaño!
Hoy mismo se ha publicado la Orden Foral por la que se aprueban las ayudas para el mantenimiento, mejora y desarrollo de los bosques en Gipuzkoa, con sus correspondientes bases reguladoras, las cuales siguen la línea de las aprobadas en 2017. A nuestro entender, ello supone todo un fraude a la sociedad. Se nos habla de bosques cuando un porcentaje aplastante, superior al 95 % se pretende destinar a cultivos forestales de exóticas, tratamientos fitosanitarios, compra de maquinaria y construcción de pistas, que quedan muy lejos de lo que sería una conservación y promoción activa de nuestros bosques autóctonos. Se trata de una visión completamente economicista y clientelar que no busca el bien general, sino la transferencia de fondos públicos al sector privado, siendo las principales beneficiarias unas pocas empresas y alguna fundación que hacen negocio bajo el paraguas de una nutrida masa de pequeños propietarios, con los que visten la decisión con envoltorio social. Para más inri, en la adjudicación de este tipo de ayudas, sea cual sea la actividad, se valora especialmente que los terrenos se encuentren en un Espacio Natural Protegido, todo un contrasentido.
Cualquier experto sabe que un bosque y una plantación forestal con vocación productivista nada tienen que ver ni estructural, ni dinámica, ni funcionalmente, si bien los cultivos pueden cumplir parte de las funciones del bosque dependiendo de la gestión que se haga de los mismos. Por ese motivo, denunciamos el fraude que suponen estas ayudas desde su planteamiento y concepción, al estar encaminadas a cultivos y productividad, y no a los verdaderos bosques, complejos estructuralmente, multifuncionales y biodiversos. Tratan de engañar a la sociedad maquillando el título y objetivo general de estas ayudas, que poco tienen que ver con las líneas de actuación que posteriormente proponen.
Como hemos dicho, la política de ayudas parte de una visión totalmente economicista del monte. Así, en 2017 más del 95 % de los casi 3 millones de euros fueron destinados a la productividad de los cultivos forestales -mayoritariamente de especies exóticas-, construcción de pistas y compra de maquinaria. Pero es que además, la pequeña parte destinada a la conservación de los bosques y a aumentar el valor medioambiental de los ecosistemas forestales, obliga a los propietarios a actuar en todo caso (sea o no necesario), lo que a menudo va en detrimento de la naturalidad y del valor ecológico de esas masas arbóreas. Por tanto, la realidad es que, desde ese prisma, las ayudas son para la promoción de los cultivos madereros y no para la mejora de los bosques y los ecosistemas que ellos conforman. El impulso al sector forestal y maderero, el apoyo a los baserritarras y pequeños propietarios, es legítimo y probablemente más que necesario, pero la Administración Pública, en este caso la Diputación, debería velar por los intereses generales y, en primer lugar, por la conservación y promoción del Patrimonio Natural.
La mayoría de las explotaciones forestales subvencionadas están, a día de hoy, lejos de la sostenibilidad, ya que las matarrasas provocan impactos severos (puntualmente críticos) en el entorno, en especial en lo referente a la pérdida de suelo y biodiversidad, y a la afección a acuíferos y sistemas hídricos, contraviniendo los principios básicos de la Ley y de la Norma Foral de Montes que supuestamente inspiran la convocatoria de esas ayudas. La Diputación debería tener como prioridad la conservación de nuestros bosques autóctonos y su promoción. Para ello tendría que dar un giro radical en sus políticas hacia ese objetivo. ¡Ya nos gustaría que el 95 % del presupuesto fuera para tal fin!
Sin embargo, ni siquiera se condiciona la concesión de subvenciones a la plantación de especies autóctonas, permitiéndose en algunos casos la plantación de cualquier especie, incluyendo el dañino eucalipto y otras exóticas invasoras como la acacia, la paulonia o el ciprés de Lawson. Para colmo, en la concesión de ayudas se valora especialmente (¡con 20 puntos!) las actuaciones en montes incluidos en la Red Natura 2000, por lo que indirectamente está promocionando especies alóctonas como el eucalipto y diversas coníferas (como la criptomeria, la sequoia o el abeto Douglas), con el consecuente impacto negativo en el medio natural. Por ello, la superficie forestal de las especies ahora citadas va en aumento año tras año. Que nadie se extrañe, pues, si se encuentra eucaliptales en parques naturales como Aiako Harria o ZECs como Arno.
Podríamos extendernos en nuestras críticas a las matarrasas como método de extracción generalizado, al uso de agroquímicos, a la construcción de pistas o a la utilización e maquinaria pesada por los daños que provocan. Son crecientes los estudios científicos que indican que en los cultivos forestales, aparte de la importancia de la especie escogida, la gestión que se hace de la propia masa condiciona enormemente la biodiversidad que puede albergar. Por todo ello, desde Naturkon proponemos un cambio radical de política forestal que priorice la conservación y promoción de los bosques autóctonos, de manera que las bases reguladoras para la concesión de subvenciones sean acordes con este objetivo y, por tanto, con el propio título de las ayudas publicadas.
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