Compatibilizar la conservación de la naturaleza y la biodiversidad con
las actividades humanas supone un esfuerzo mayor que nunca. Ya nos hemos
quedado sin oportunidades para el desarrollo sostenible, inmersos en
una crisis ecológica global, ante la grave amenaza del cambio climático y
los economistas que miran responsablemente el futuro de la humanidad
nos están hablando de la necesidad de un decrecimiento: a medio y largo
plazo no podemos imaginar un futuro si no es la transición
socio-ecológica.
Este escenario está muy lejos de las políticas impulsadas y llevadas a
cabo por los partidos políticos PNV-PSE al frente de las
administraciones. Basándose en el crecimiento continuo, siguen
defendiendo y ejecutando la explotación ilimitada del medio natural,
tanto en tierra como en la costa. Además de defender proyectos que
generan destrucción a una mayor escala (TAV, Metro de Donostia,
Incineradora de Gipuzkoa, Macrocentrales de Energía Solar y Eólica,
Autopistas Eléctricas…), hacen oídos sordos ante las graves agresiones a
la biodiversidad, autorizando la caza y la pesca de especies protegidas
o rechazando el control de su comercialización (angulas, tórtola,
becada…).
Creemos que estos partidos políticos han superado las líneas rojas en
este camino. Por un lado, la gestión del medio natural se está llevando a
cabo rechazando las recomendaciones de la comunidad científica y
menospreciando los efectos de la actividad humana sobre el medio
natural. Un ejemplo de ello son los enfrentamientos surgidos en torno a
las enfermedades de los pinos y plantaciones de eucaliptos en Gipuzkoa y
Bizkaia. Por otro lado, han demostrado su disposición a socavar las
bases institucionales de la CAPV con tal de reducir la capacidad de
influencia de la ciudadanía ante la administración en defensa de sus
intereses, como en el caso de la incineradora de Gipuzkoa, en el que se
han esforzado en marginar a SOS Gurasos del proceso judicial. Por
último, para mantener su modelo de gobernanza no democrática que utiliza
los recursos públicos para ponerlos a disposición de los intereses
privados, están perjudicando a las instituciones a través de la
generación de conflictos entre la ciudadanía, como son sus ataques a la
Mancomunidad de Enirio-Aralar. ¡Y qué decir de la desvergüenza que han
demostrado ante el desastre de Zaldibar! Inaceptable.
Acabamos de ver el maravilloso audiovisual Euskadi Natura 2000. Las
imágenes son bellas, pero el mensaje es mera propaganda. El Gobierno
Vasco no dispone de política, planificación ni línea de actuación clara
para la protección de los espacios naturales y la recuperación de la
biodiversidad existentes en la CAPV. Las Diputaciones no tienen
intención de gestionar la red Natura 2000. El despilfarro de dinero en
este tipo de campañas puede servir para la propaganda y el autoengaño,
incluso para acercar a alguien a la naturaleza. Pero nuestro pueblo es
demasiado pequeño como para ocultar la realidad que hay detrás de esas
imágenes. Se trata de un paisaje casi totalmente alterado, un entorno de
calidad ecológica y sanitaria cada vez menores, que ofrece a la vida
salvaje condiciones críticas de subsistencia y que perjudica nuestra
salud y bienestar. Una realidad demasiado cruda como para ocultarla con
propaganda.
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