2020/05/05

Baskegur, enemigo de la biodiversidad



Se dice que hay tres formas de mentir: diciendo mentiras, diciendo medias verdades y utilizando la estadística. Pues bien, esas tres formas de mentir fueron utilizadas por el representante de Baskegur, la asociación que representa a la industria de la madera, en su comparecencia ante la Comisión de Planificación Territorial y Vivienda del Parlamento de Vitoria-Gasteiz el 10 de febrero pasado (https://youtu.be/jKt4hWMaLdg).

Utilizar la estadística para mentir, es por ejemplo, afirmar que en los últimos 40 años en la CAPV la superficie de bosque (si no la entendemos como mera cobertura arbórea) ha aumentado, o de que aquí no tenemos tanto monocultivo como en los países más septentrionales, o de que se mantiene un equilibrio entre coníferas y frondosas a en la CAPV, o  reclamar que no hay grandes terratenientes entre los propietarios forestales, mientras se muestran datos en los que quedan “sin propietario conocido”  más de la mitad de las parcelas privadas de la CAPV, 130.000 ha nada menos. Basta con viajar de Gipuzkoa o Bizkaia hacia Araba para constatar que el paisaje de este último territorio es mucho más natural. La gestión forestal de Álava no tiene nada que ver con la de Gipuzkoa y Bizkaia en términos de propiedad ni de modelo de explotación. La mezcla de datos puede distorsionar los discursos, pero no la realidad. El modelo de monocultivo de Bizkaia y Gipuzkoa no tiene parangón en toda Europa, ya que, a diferencia de Europa del Norte, la explotación intensiva de coníferas, aquí exóticas, en grandes pendientes, utilizando maquinaria pesada y técnicas agresivas, como la matarrasa, no se repite en ninguna parte. En Bizkaia y Gipuzkoa la zona rural está enferma debido a la manifiesta crisis ambiental provocada por las plagas de los pinos y por las plantaciones de especies invasoras como los eucaliptos.

Es media verdad afirmar que Baskegur apuesta por un modelo basado en la sostenibilidad, que tiene en cuenta los tres ejes: la economía, el medio ambiente y la sociedad. Dicen que garantizan la sostenibilidad ambiental  con certificaciones. Pero no nos dicen que la fiabilidad de  estas certificaciones no depende de los daños causados en el  suelo y  el medio ambiente.  Las certificaciones que utilizan para obtener madera de calidad no garantizan la conservación del suelo y la biodiversidad, por lo que no se puede considerar que este modelo sea sostenible. En cuanto a lo social, en mayor o menor grado, el representante de Baskegur consideró que el sector primario se ha mantenido gracias al sector forestal, ya que los caseríos se han mantenido gracias a la madera, y en parte también el sector. Lo que no dijo fue que el sector forestal es una actividad dopada con fondos públicos, ya que la producción de madera no es rentable en nuestro país, y que el dinero que produce no es suficiente para pagar los daños medioambientales. Y si fuera así, si la silvicultura fuera la que ha mantenido el sector primario, ¿se puede concluir que la parte forestal ha sido la causante de la crisis en la que está inmersa el sector primario?


Otra mentira, y evidente, es que el modelo bioeconómico que plantea Baskegur sea compatible con el desarrollo sostenible, así como que la naturalización de los bosques, para ellos abandono, provoque a incendios y otros daños. La madera es un recurso natural y renovable, pero la sostenibilidad ambiental depende de la forma en que se produce  y procesa. El escándalo provocado en Güeñes y Zalla por la empresa Glefaran, dedicada a la quema de madera para producir energía, demuestra que la bioeconomía puede ser tanto o más perjudicial que la basada en el petróleo. En particular, cuando, dentro de este modelo y en nombre de la economía circular, tengan por objeto la extracción de todos los elementos que necesitan los ecosistemas forestales para su correcto funcionamiento.

Baskegur aprovechó la comparecencia para reclamar una fiscalidad especial o una indemnización por los condicionantes que se imponen al uso del suelo. Pero también para exigir que no se asignen competencias para la ordenación de los espacios naturales a los Ayuntamientos. Obviamente, quieren que la gestión del medio rural junto con, por descontado, las competencias forestales, sigan en manos de las Diputaciones, entes que ellos controlan perfectamente. No quieren  que la sociedad, ni siquiera las administraciones locales, se entrometan en sus oscuras relaciones con las Diputaciones.

Con el modelo forestal actual, basado en el monocultivo intensivo de pinos y eucaliptos, estamos perdiendo y empobreciendo el suelo. El suelo es el soporte de la vida, la biodiversidad depende del suelo. Hemos celebrado recientemente el día de la Tierra; pasemos de una vez de las palabras a los hechos y diseñemos una política forestal sostenible. Disponemos del conocimiento necesario y también del impulso. Solo falta la voluntad política. Pongamos, también en esto, el foco en la vida.

4 de mayo de 2020

NATURKON GIPUZKOA
 Aitor Leiza - Aitziber Sarobe - Edurne Huesa - Rafa Perez




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